Nuestra red de subte, que está próxima a cumplir 100 años, fue pionera en América. Ahora está cada día más lejos de esa historia y la lista de problemas es extensa.
Todas las ciudades del mundo que cuentan con transporte subterráneo trabajan para extender la red y brindar mejor servicio a los usuarios. Lo mismo sucede con aquellas urbes que no cuentan con este transporte, por lo que estudian y planifican la mejor manera de impulsarlo e integrarlo para modernizar su movilidad.
Buenos Aires, en cambio, está recorriendo el camino inverso. Nuestra red de subte, que está próxima a cumplir 100 años, fue pionera en América. Ahora está cada día más lejos de esa historia y la lista de problemas es extensa: falta total de higiene en andenes y vagones; inseguridad por la obsolescencia del material rodante y por los hurtos recurrentes que convierten cada viaje en una aventura de resultado incierto; la escasa ventilación que convierte los vagones en infiernos; la dudosa renovación de matafuegos, que deja a los usuarios librados a la suerte en caso de siniestro…
A todo eso hay que agregar dos nuevas preocupaciones. Por un lado, la confirmación por parte de la propia empresa concesionaria de que el mantenimiento de las formaciones es insuficiente al sacar de servicio 20 trenes; y, por el otro, la extensión de la frecuencia del servicio, que llegará hasta 9 minutos entre cada formación en la línea H, estirándose los plazos de espera en los andenes en todas las líneas al haber menos trenes para brindar el mismo servicio.
Este nuevo escenario complicará aún más el ya de por sí difícil mapa del transporte en una ciudad que todos los días colapsa.
Desde la perspectiva de los usuarios, poco importan los motivos políticos que hacen que se dilate el traspaso en el marco de una pelea entre jurisdicciones que nos es absolutamente ajena. Quienes diariamente padecemos el servicio de subte y Premetro queremos algo tan básico y sencillo como viajar bien, solamente eso. La impericia y la negligencia le van ganando a la razonabilidad y la previsión, lo que nos condena a sufrir un servicio de transporte obsoleto, inseguro y caro.
Al día de hoy, habiendo permanecido sin servicio por diez días ante el conflicto gremial y el paro de los subtes, nos preguntamos hasta cuando deberemos seguir soportando el maltrato que recibimos de una Ciudad que no se hace cargo de los servicios que tiene bajo su responsabilidad y de un gobierno nacional que ha politizado la cuestión olvidándose que en el medio hay 1 millón de pasajeros diarios?.
Por Fernando Blanco Muiño
Unión de Consumidores de Argentina
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